domingo, 30 de agosto de 2009

Poesía

Juventud risueña

Me miro el bajo vientre,
me miro la pelvis,
y en especial lo que aún siento…
todavía no estoy sordo…
todavía no estoy viejo…
La piel esta suave,
sus vellos se me enredan,
y la luz de la naturaleza
es aún más luminosa…

Paso dos de mis dedos
sobre mis piernas,
siento la refinada textura,
que con la bermuda gris,
acariciaba tantas veces
la piel de mis muslos fríos…

Paso cuatro dedos
por mis cabellos,
que elementales y encrespados,
resaltan
mi triste rostro imberbe,
casto y devastado…

Ahora...
fría está,
lucida está,
la casa lúdica cobalto
de la que siempre saldré a caminar,
de derecha a izquierda,
de atrás hacia adelante,
de arriba a abajo...
pero siempre a tu lado
en el pasto...
sobre la banca de mármol...
contigo mi suplemento
de 6:20 en el invierno…

Proeta

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